jueves, 29 de septiembre de 2011

¿Y allá cómo es?: Seúl

Adrián Park tiene 20 años. Las vueltas de la vida lo llevaron a la tierra de sus antepasados, Corea. A Seúl, más precisamente, una ciudad grande, impactante. Una ciudad con una impronta bien capitalista. Y allí, en la capital de Corea del Sur, está uno de los subtes más modernos y largos del mundo: el “Seúl Metro”. De entrada, cuenta Adrián, se sorprendió. Y, es que ocho millones de pasajeros al día viajan en sus vagones.


A diferencia de los dos metros anteriores, la primera línea se inauguró hace poco, en 1974. Hoy son 15: nueve a los alrededores de la ciudad y seis en el área metropolitana. Los primeros llegan hasta lugares alejados de la capital y salen a la superficie, mientras que los metropolitanos, como dice su palabra, viajan por debajo del centro.

Por su logística, velocidad y calidad, el metro de Seúl fue elegido como uno de los mejores del mundo: en todas las estaciones podés combinar, podés conectarte con toda la ciudad. Los vagones, cuenta Adrián, son “modernos, rapidísimos. Tenés carteles electrónicos que te van avisando todas las paradas. Además te avisan las principales atracciones que tenés en la parada donde te bajás.”, dice. Ah, todos tienen aire acondicionado y calefacción.

“En cada vagón hay 12 asientos reservados para madres embarazadas, ancianos o discapacitados. Sin embargo los coreanos son maleducados: “no ceden mucho los lugares”, tira Park. Que cuenta un dato: “Los andenes tienen puertas: se abren cuando llega la formación, donde está la entrada al vagón. El problema es que acá la tasa de suicidios en el subte era muy alta: mucha gente se tiraba a las vías. Entonces, lo solucionaron así”.

Las estaciones están todas equipadas para que los discapacitados, que no pagan el servicio, puedan moverse. Desde el andén, también, te avisán que la próxima formación está por llegar: “Lo dicen en cuatro idiomas: Inglés, Coreano, Chino y Japonés. Es muy divertido”, relata Adrian.

El precio depende de la distancia que hacés: se pasa una tarjeta a la entrada y a la salida, y así, según el recorrido te cobra. Se puede cargar un boleto electrónico como la SUBE o directamente a tu tarjeta de crédito: cuesta alrededor de un dólar, un precio razonable por las distancias que cubre y la comodidad que tiene.

Adrián rompió el mito: “Son cómodos. Si viajás a horas pico, es como todos lados. Pero si generalmente no. En los asientos da gusto sentarse. La temperatura es ideal. Su velocidad y servicio, también”. Y para cerrar, un comentario para aprender: “Tenés teléfonos para realizar llamadas gratis. Es que mucha gente se pierde y no tiene celular, entonces se comunican así. También, por estación, hay cuatro teléfonos SOS, por si hay un ataque cardíaco o algún psicópata”. Es que en Seúl, el futuro llegó hace rato.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

¿Y allá cómo es?: Nueva York.

Si te digo que pienses en una metrópoli, pensás en esa ciudad. Cerrás los ojos y vez rascacielos, gente de todas las razas y religiones. Gente. Mucha gente que camina, que se choca. Autos embotellados en las avenidas. Idiomas: escuchás decenas de lenguas. Y allí, a lo lejos, la Estatua de la Libertad, el puente de Brooklyn. Sí, pensás en Nueva York. Y Nueva York, como toda metrópoli, tiene un subte. Y su subte es el más grande de Estados Unidos.


En 1904 llegó a la ciudad, se inauguró la primera línea. Hoy, 107 años después, se multiplicaron por 26, con una longitud de ruta de 368 kilometros. 468 estaciones lidian con los más de cinco millones de pasajeros que utilizan este servicio diariamente. Algunas líneas comparten vías: tenés que fijarte el número que lleva delante para ver si es el que necesitas. El horario, acorde a una metrópoli: está abierto las 24 horas. La frecuencia, también: entre dos o cinco minutos tenés una formación pasando adelante tuyo. A la madrugada, entre 10 y 20 minutos.

El sistema express es una de las características particulares del “Metro”. Podés estar en una estación y ver como te pasan vagones por delante porque la formación express no para ahí, un buen sistema para las largas distancias. Las distintas bocas de la misma parada tienen distintos sentidos, es decir, en muchas calles. Si entras por la boca de una calle vas al norte, y por la de la otra al sur.

Las estaciones no son limpias. Están antiguas, viejas, descuidadas. Los papeles descansan en el piso y la gente parece no entrar en los andenes. Es más: las ratas utilizan las vías como vereda, pasean, corren a la vista de todos. Los vagones son el lugar donde los artistas callejeros más se expresan: están pintados, grafiteados. Adentro los locos son moneda común. Se escuchan gritos, monólogos. El precio, tranca: 2.25 dolares.

Sin embargo, el subte de Nueva York es una experiencia. Subirte, viajar, despierta sensaciones como miedo y placer. Además, la posibilidad de bajarte en Times Square, en la “Quinta Avenida”, “China Town”, transformaron al “NYC Metro” en uno de los más famosos del mundo.

martes, 27 de septiembre de 2011

¿Y allá cómo es?: Barcelona

En Sacá Boleto inauguramos una nueva sección: te vamos a contar como funciona el subte en las ciudades más importantes del mundo.

Lugar mágico. Montaña y playa. Una ciudad grande, amplia. Atractivos turísticos: la rambla, el barrio gótico, el monte monjuic. El mediterráneo costea y los barcos descansan en el puerto. Una ciudad con todas las letras, una de las más visitadas del mundo, necesita un subte que ande bien. Que cumpla con los horarios. Que sus vagones sean limpios, pulcros. Estaciones grandes, cómodas. Y Barcelona cumple las expectativas con creces.

El subte llego a Barcelona en 1924. Hoy, casi 90 años después, creció enormemente: once son las líneas que atraviesan la segunda ciudad más importante de España y 162 las estaciones. 123 kilómetros de extensión la convierten en la segunda red más grande del país ibérico, después de Madrid, claro. En cada línea, al menos cuatro estaciones conectan con otras correspondencias. Y funciona siempre: entre las 5 de la mañana y las 12 de la noche los días de semana y 2 de la mañana los fines de semana, el subte corre por las vías. 400 millones de pasajeros al año utilizan este servicio.

Las estaciones, impecables: grandes, modernas, limpias. La gente las cuida. Y se cuida: en las escaleras mecánicas, que están en todas las estaciones, se corren a la derecha, le dan prioridad a quien sube apurado. Los vagones parecen naves espaciales: de última generación, tienen aire acondicionado y viajan a altas velocidades. Los horarios se respetan. Cada parada tiene un reloj que marca cuantos minutos y segundos restan para que la próxima formación arribe a la estación. Su rango de falla, mínimo: 20 segundos.

La línea 9 es el proyecto de subte mas importante de europa. Se inaugurará en 2014, tendrá 52 estaciones y recorrerá 47 kilometros. Todas las estaciones estarán adaptadas para discapacitados. El primer tramo entró en servicio en 2009. Al finalizar su construcción, conectará los municipios de Badalona, Santa Coloma de Gramanet, Barcelona, Hospitalet de Llobregat y El Prat de Llobregat. Y, como en cada ciudad importante del mundo, tendrá una estación en cada una de las dos terminales del Aeropuerto de Barcelona.

Pero alguien tiene que mantener tanto circo. Y ese alguien son los usuarios. Un boleto para viajar sin límites durante todo el día cuesta 6 euros. 10 viajes, 8,25 euros. Un abono mensual, 50. Es el más caro de Europa. Pero uno de los mejores del mundo.

martes, 6 de septiembre de 2011

La demora en el subte, una mirada distinta

El subte es el medio de comunicación del pueblo. Viajan todos: ricos, pobres, clase media. Todos. Entre ellos está Hernán. Con un sobretodo, el pelo despeinado y una barba al mejor estilo Fidel, Hernán, de 28 años, tiene mucha cara de cansado: hace un rato salió de trabajar. Y se nota que la demora de media hora arriba del vagón, le afectó.

Sin embargo esta no era un retraso más: una señora se descompuso en el vagón, en la estación Malabia. Entonces, pararon el servicio. El resto de las formaciones, también. Y en una de esas, en Carlos Pellegrini, estaba Hernán.
Hernán estudia Ciencia Política en UBA y milita en “La Mella”, la agrupación universitaria que preside el centro de estudiantes en la facultad de Ciencias Sociales. Y cuando empieza a hablar del servicio del Subte, tiene una opinión bien formada: “El Estado y Metrovías comparten la culpa. No hay regulación con los subsidios que da el gobierno de la ciudad. Ojo, la gente también tiene su cuota de responsabilidad: volvió a votar a Mauricio Macri en las últimas elecciones”.

Cuando lo dice, se indigna: se muerde el labio inferior, se desorienta. Pero no para: “Lo que pasó hoy, pasa siempre. Yo viajo siempre en la línea C (Retiro-Constitución) en hora pico. La gente se empuja para entrar. Adentro no hay lugar. La semana pasada en tres estaciones se desmayaron tres personas: ¿Tan difícil es poner más servicios, más vagones? ¿Por qué no piensan en los usuarios? Es que hay una burocracia sindical que no piensa en ellos. Que se llena los bolsillos, que se guardan todas estas cosas que saben que pasan”, dice mientras mueve las manos enérgicamente.

“¿Cómo se soluciona esto? Con control, con delegados que se preocupen por los trabajadores. Un maquinista, hasta hace unos meses, laburaba 10 horas por día. Imaginate estar 10 horas acá adentro, loco. Vos no aguantás ni tres estaciones y estos pibes se pasan 10 horas todos los días metidos ahí. Y ganan poco, eh”. Cuando habla, Hernán muestra sabiduría, seguridad. Se compenetra con el tema.

Pasan vagones. Sube y baja gente. Las caras, un denominador común: cansancio, fastidio. El boletero, un simple burócrata que carga tarjetas, una de lastareas más monótonas que existe, escucha las quejas. Porque como tantas otras veces, los argentinos no sabemos a quién reclamarle. Y los verdaderos responsables, siempre tienen las manos limpias.