Adrián Park tiene 20 años. Las vueltas de la vida lo llevaron a la tierra de sus antepasados, Corea. A Seúl, más precisamente, una ciudad grande, impactante. Una ciudad con una impronta bien capitalista. Y allí, en la capital de Corea del Sur, está uno de los subtes más modernos y largos del mundo: el “Seúl Metro”. De entrada, cuenta Adrián, se sorprendió. Y, es que ocho millones de pasajeros al día viajan en sus vagones.
A diferencia de los dos metros anteriores, la primera línea se inauguró hace poco, en 1974. Hoy son 15: nueve a los alrededores de la ciudad y seis en el área metropolitana. Los primeros llegan hasta lugares alejados de la capital y salen a la superficie, mientras que los metropolitanos, como dice su palabra, viajan por debajo del centro.
Por su logística, velocidad y calidad, el metro de Seúl fue elegido como uno de los mejores del mundo: en todas las estaciones podés combinar, podés conectarte con toda la ciudad. Los vagones, cuenta Adrián, son “modernos, rapidísimos. Tenés carteles electrónicos que te van avisando todas las paradas. Además te avisan las principales atracciones que tenés en la parada donde te bajás.”, dice. Ah, todos tienen aire acondicionado y calefacción.
“En cada vagón hay 12 asientos reservados para madres embarazadas, ancianos o discapacitados. Sin embargo los coreanos son maleducados: “no ceden mucho los lugares”, tira Park. Que cuenta un dato: “Los andenes tienen puertas: se abren cuando llega la formación, donde está la entrada al vagón. El problema es que acá la tasa de suicidios en el subte era muy alta: mucha gente se tiraba a las vías. Entonces, lo solucionaron así”.
Las estaciones están todas equipadas para que los discapacitados, que no pagan el servicio, puedan moverse. Desde el andén, también, te avisán que la próxima formación está por llegar: “Lo dicen en cuatro idiomas: Inglés, Coreano, Chino y Japonés. Es muy divertido”, relata Adrian.
El precio depende de la distancia que hacés: se pasa una tarjeta a la entrada y a la salida, y así, según el recorrido te cobra. Se puede cargar un boleto electrónico como la SUBE o directamente a tu tarjeta de crédito: cuesta alrededor de un dólar, un precio razonable por las distancias que cubre y la comodidad que tiene.
Adrián rompió el mito: “Son cómodos. Si viajás a horas pico, es como todos lados. Pero si generalmente no. En los asientos da gusto sentarse. La temperatura es ideal. Su velocidad y servicio, también”. Y para cerrar, un comentario para aprender: “Tenés teléfonos para realizar llamadas gratis. Es que mucha gente se pierde y no tiene celular, entonces se comunican así. También, por estación, hay cuatro teléfonos SOS, por si hay un ataque cardíaco o algún psicópata”. Es que en Seúl, el futuro llegó hace rato.
Correcciones:
ResponderEliminarMuy bien en general. Los testimonios y las historias, como la de los suicidios elevan el trabajo. Hubiera sido bueno sumar una foto de esas puertas. La única que tenés no lo muestra, parece contradecir a tu entrevistado.
¿Lo vagones son rápidos?, ¿"Pero si generalmente no"? Releer, hay cosas confusas.