El subte es el medio de comunicación del pueblo. Viajan todos: ricos, pobres, clase media. Todos. Entre ellos está Hernán. Con un sobretodo, el pelo despeinado y una barba al mejor estilo Fidel, Hernán, de 28 años, tiene mucha cara de cansado: hace un rato salió de trabajar. Y se nota que la demora de media hora arriba del vagón, le afectó.
Sin embargo esta no era un retraso más: una señora se descompuso en el vagón, en la estación Malabia. Entonces, pararon el servicio. El resto de las formaciones, también. Y en una de esas, en Carlos Pellegrini, estaba Hernán.
Hernán estudia Ciencia Política en UBA y milita en “La Mella”, la agrupación universitaria que preside el centro de estudiantes en la facultad de Ciencias Sociales. Y cuando empieza a hablar del servicio del Subte, tiene una opinión bien formada: “El Estado y Metrovías comparten la culpa. No hay regulación con los subsidios que da el gobierno de la ciudad. Ojo, la gente también tiene su cuota de responsabilidad: volvió a votar a Mauricio Macri en las últimas elecciones”.
Cuando lo dice, se indigna: se muerde el labio inferior, se desorienta. Pero no para: “Lo que pasó hoy, pasa siempre. Yo viajo siempre en la línea C (Retiro-Constitución) en hora pico. La gente se empuja para entrar. Adentro no hay lugar. La semana pasada en tres estaciones se desmayaron tres personas: ¿Tan difícil es poner más servicios, más vagones? ¿Por qué no piensan en los usuarios? Es que hay una burocracia sindical que no piensa en ellos. Que se llena los bolsillos, que se guardan todas estas cosas que saben que pasan”, dice mientras mueve las manos enérgicamente.
“¿Cómo se soluciona esto? Con control, con delegados que se preocupen por los trabajadores. Un maquinista, hasta hace unos meses, laburaba 10 horas por día. Imaginate estar 10 horas acá adentro, loco. Vos no aguantás ni tres estaciones y estos pibes se pasan 10 horas todos los días metidos ahí. Y ganan poco, eh”. Cuando habla, Hernán muestra sabiduría, seguridad. Se compenetra con el tema.
Pasan vagones. Sube y baja gente. Las caras, un denominador común: cansancio, fastidio. El boletero, un simple burócrata que carga tarjetas, una de lastareas más monótonas que existe, escucha las quejas. Porque como tantas otras veces, los argentinos no sabemos a quién reclamarle. Y los verdaderos responsables, siempre tienen las manos limpias.
Correcciones:
ResponderEliminarEstá bien la nota. Cumple con la consigna. Nos hubiera gustado escuchar más testimonios, pero encontraste un personaje y lo trabajaste bastante en profundidad.
Ilustrar con imágenes, aunque sean genéricas suma mucho.
Separar los párrafos.
Trabajás bien, pero faltan muchos trabajos. Ponete al día cuanto antes porque cada vez va a ser más difícil.