Oh la la, Oh L’amour. Glamour, moda, historia, cultura. Una metrópoli que es vanguardia en cientos de aspectos. Para muchos, la capital cultural del mundo. Para otros más fundamentalistas, la capital del mundo, la ciudad más linda del mundo. Es que Paris es mágica. En cada esquina, un palacio. Donde miras, historia. Museos, monumentos. Y un subte que deja bastante que desear.
19 de julio de 1900, cinco días después del día de la revolución, se inauguró el metro. Los juegos olímpicos de ese año, la excusa. En ese entonces, dos líneas: la “2” y la “6”. Hoy, 111 años más tarde, 16 líneas distintas le dan la vuelta a la capital francesa. 300 estaciones y más de 4.500.000 de pasajeros por día.
Hay varias formas de medir el nivel del servicio del subte. La extensión y su recorrido es una. En ese indicador, Paris está muy bien: permite llegar a todos los lugares turísticos, a todos los puntos de la grandísima ciudad. Si analizamos el nivel de frecuencia, también. Al igual que Barcelona, te marca el tiempo restante para que llegue la formación siguiente a la estación. Como Seul, en algunas paradas, hay acrílicos para que la gente no pueda acceder a los vagones. Como en la mayoría de los subtes que vimos antes, las conexiones se realizan en casi todas las paradas. Hasta ahí, glamour.
Pero es sucio. Las estaciones están viejas, descuidadas, abandonadas. A excepción de las líneas 13 y 14, ninguna otra sufrió alguna remodelación desde 1987. Los cestos de basura hacen el mismo papel que la “Gioconda” en el Louvre.
Los vagones, lejos de la belleza de la ciudad. Afuera a los palacios los mantienen, los remodelan. A los vagones, no. Y adentro es un desmadre. La gente escucha música fuerte, se pelea, se grita. Podes encontrarte con animales: perros, gatos. Suele haber asientos vacíos, eso sí. Pero no es muy agradable.
El boleto, 1.50 euros. Por eso los tipos se colan: al no haber molinetes, si no, una puerta que se abre sola cuando pones el ticket, se meten atrás tuyo con tu boleto. No podes decirles nada, lo hacen todos, todo el tiempo. Además no te entienden: el mito es cierto, solo hablan francés.
De todas formas, es un medio de transporte. Y cumple con su función primordial: te acerca a todos lados. No vale la pena perderse de Paris porque el subte está sucio, no?
Correcciones:
ResponderEliminarBuen posteo de la sección, con tu sello particular.
Hay que separar los párrafos.
No puede faltar una, o varias, imágen/es.
Releer siempre, para evitar los errores.