jueves, 24 de noviembre de 2011
¿Y allá cómo es?: Boston
En esta edición de “¿Y allá cómo es?”, me voy a dar un gusto. Puede que muchos no compartan la elección. No me importa.
Porque tuve la chance de ir a Boston y descubrí una gran ciudad. Un lugar hermoso. Bello, ordenado, limpio. La casa de las grandes universidades mundiales: Harvard, MIT. De grandes conjuntos deportivos: Boston Red Sox, Celtics, New England Patriots y Boston Bruins. Y hogar, también, de un subte muy particular…
El “subway” se inauguró en 1897, con un túnel subterráneo que fue el primero de Estados Unidos. Hoy tiene 5 líneas y 60 estaciones. Más de 1 millón de pasajeros lo utilizan diariamente. Tiene la capacidad de llegar a cualquier parte de la ciudad: desde el aeropuerto ya podés manejarte en subte. Y a partir de allí, a donde quieras.
Las líneas se dividen por colores: rojo, verde, naranja, azul y plateado. Pero la verde tiene una característica muy particular. Es que está dividida en 4 secciones: B, C, D y E. A partir de la estación “Kenmore”, todas van por la misma vía: en el vagón principal, figura la letra con el recorrido que esa formación hará. Una vez que salen de ahí, cada una toma su camino afuera, al aire libre. Entonces, una vez que todas entran en la parte subterránea del trayecto, hay “tránsito”. Hay semáforos. De repente, te quedás detenido en la mitad de la vía porque hay otra formación delante. Al final, todas terminan en North Station, parada del ND Garden, estadio de los Celtics.
El subte de Boston tiene la característica, también, de ser un lugar donde se acumulan muchos locos. Los tipos corren por los andenes, gritan dentro de los vagones, anuncian las estaciones por venir. Es divertido. Y peligroso: hay que evitar todo tipo de contacto visual. O al menos eso me dijeron a mí.
Las estaciones están bien. No son limpias, tampoco sucias. Está mejor que Nueva York, peor que Madrid. Y las formaciones, según la línea. En algunos casos, como la verde, son bastante modernos. La naranja, por ejemplo, es de las más antiguas. Eso sí: no tiene ninguna invención arquitectónica.
Muy buen servicio: puntual, rápido, eficaz. El precio, un tema: 1.50 el pasaje. En la ya mencionada línea verde, al ser formaciones de dos vagones porque va por la calle, podés pagarle directamente al maquinista.
En invierno, mucho frío. En los vagones, calefacción. En verano y primavera, el verde domina la ciudad. Muy bella para caminar, para pasear, para conocer. Buenos museos, buenos espacios verdes. No tendrá la publicidad que tienen metrópolis como Nueva York o Los Ángeles, pero sin duda, Boston tiene su encanto.
Los medios de transporte, ¿una nueva forma de Estado policíaco?
1984 da para mucho. Da para leerlo mil veces. Uno intenta imaginar qué veía Orwell hace tanto tiempo, cómo logró adelantarse tanto. Es imposible. Habló de un Estado policíaco. Vió lo que sería la KGB, la CIA. Si bien buscó instalar una crítica al gobierno soviético, se le filtró una reprobación, también, a los presidentes norteamericanos.
Pasó el tiempo, la URSS cayó y Estados Unidos, el país donde “se respetan las libertades de los ciudadanos”, se instaló, con el capitalismo salvaje, como potencia ideológica mundial. El comunismo, reducido casi al mínimo. Y los Estados Policíacos mutaron en sus formas: la CIA no cumple el rol que tenía antes. Internet reemplazó las formas. Y los reemplazó, también, aunque suene raro, los medios de transporte, vías públicas manejadas por un Estado que, ante una falla, puede modificarnos el día.
Desde ya, tomarte cualquiera de los medios de transporte, es una odisea. Se viaja mal, incómodo, y casi nunca cumple con los horarios. Un problema en el servicio puede ser letal. Porque, quizás, estás apurado. Salís con el tiempo justo. Y el Estado, amo y señor de todo el aparato de traslado civil, no realiza un control de tiempo, de llegadas. Si sucede algún inconveniente, los usuarios somos quienes pagamos.
El Estado no utiliza sus herramientas para mejorar la calidad. Es como si lo disfrutaran, como si le conviniese que viajemos mal. La empresa, una organización capitalista con fines de lucro, no tiene interés por nosotros. No le importan nuestros contratiempos, nuestras necesidades. Solo quieren que la cuenta bancaria crezca.
Quizás suene raro, pero es para pensar. Si los medios de transporte funcionasen correctamente, más de uno cobraría el presentismo. Si anduviesen a tiempo, los hombres tendrían una excusa menos para explicarle a sus parejas porqué llegaron tarde. Un andar correcto ayudaría a una sociedad mejor.
Al final dependemos de ellos. Quienes no tienen acceso a tener su auto, están atados de pies y manos a la predisposición del Estado.
No habrá servicio secreto. Pero hay otros modos de manejar nuestras vidas.
¿Y allá cómo es?: El Cairo
Con “¿Y allá cómo es?”, fuimos a las grandes ciudades. Anduvimos por los subtes de París, Barcelona, Madrid. Estuvimos lejos y cerca, en Seúl y en Santiago de Chile. América, Europa y Asia tuvieron su lugar. África, no. ¿Qué? ¿En África hay subte? Sí, macho. En El Cairo, Egipto, hay un subte. Chiquito, humilde, pero transitado.
El Cairo es la capital de Egipto. La comunidad Egipcia, que se extinguió hace miles de años, fue, alguna vez, una de las culturas más avanzadas del mundo. Construyeron pirámides, hicieron estudios astronómicos. Avanzado el tiempo, El Cairo comenzó a transformarse en una de las ciudades más habitadas del mundo. Y hoy, tiempo después, es, posiblemente, la ciudad más importante del continente africano. Como tal, es la única que tiene subte.
Inaugurada en 1987, actualmente cuenta con 53 estaciones, algunas que van por arriba. Es humilde, sí: dos líneas que funcionan, dos en construcción y otro par en proyección. En esas dos líneas viajan dos millones de pasajeros por día. Las paradas no se destacan por su belleza, ni por su limpieza. Menos por sus comodidades. Están correctas, pero no sobresalen.
El servicio cuenta con una particularidad: al viajar una gran cantidad de gente, las autoridades egipcias entienden que en los vagones puede haber abuso sexual. Por eso,
“para cuidar a las mujeres”, todas las formaciones cuentan con dos vagones exclusivos para ellas: el cuarto y el quinto. De todas formas, si lo desean, pueden viajar en cualquier otro vagón.
Difícil movilizar a los dieciocho millones de tipos que viven allí. Difícil, también, que no se generen embotellamientos, caos de tránsito: El Cairo se caracteriza por ser una de las ciudades más ruidosas del mundo. El subte bajó el tránsito. No lo solucionó. De todas formas, el lío se traslada abajo: al valer 0.10 euros el boleto, todos utilizan este servicio.
El Cairo es vanguardia en el mundo africano. Eso no se discute. Su subte, a pesar de sus deficiencias, es un ejemplo para su continente. Se entienden los problemas que hay allí, está claro. Pero un servicio como este mejora aunque sea un poco la calidad de vida de los trabajadores.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Julio Forjoni: "Mi oficina es el colectivo"
Horas arriba. Julio Forjoni pasa gran parte de sus días en el asiento del 65. Y el bondi es, además, un amigo. Arriba, un santuario: escudos de Platense, La Renga, fotos de sus hijos, frases. Él, 34 años y más de 10 manejando. En Barrancas de Belgrano, mate de por medio, se sienta. Habla rápido, parece no pensar las respuestas.
- ¿Cómo es la vida de un colectivero?
- Al principio, dura. Cuando arrancás no tenés un horario fijo. Un día salís a las ocho de la mañana y una semana más tarde, a las tres de la madrugada. Ahí es un bajón. Después te acostumbrás y, con el tiempo, pasás a tener una banda horaria un poco más definida. Ahí se acomodan las cosas.
- ¿Esto es así en todas las líneas?
- No sé, sinceramente te mentiría.
- Con respecto al cumplimiento de horarios, ¿cómo funciona?
- Desde que salís hasta llegar al final del recorrido, tenés un tiempo estipulado. A la vez, tenés secciones y una cierta cantidad de minutos para llegar a cada una. Por eso, a veces, en algunas secciones están los “chanchos”, que son los que nos hacen firmar una planilla y nos controlan el horario. En algunas otras, se que se manejan con un sistema electronico. En nuestro caso, no. Son bastante exigentes.
- ¿Muchas veces pisaste el acelerador para llegar a tiempo?
- A veces. Depende la demora. Algunas las toleran, otras no. A veces te ponen alguna multa, pero tranquila. Yo intento cuidar al pasajero que está arriba, ¿viste? Capaz frenás mal, tenés mucha gente parada y es peligroso. No hay que poner el trabajo de uno por encima de los demás.
- ¿Te pasó alguna vez que se te lastime alguien?
- Una vez a una mina le bajó la presión y se desmayó. Paré el bondi y la empezaron a socorrer, a auxiliar. No estaba mal, pero me dio cosa. La llevamos a un hospital y seguimos viaje. Y algunos me apuraban…
- ¿Te llegaste a pelear?
- No, no ajajá. Soy tranquilito. El que me apura, que se baje y se tome un taxi. Yo voy a mi ritmo, respeto los tiempos. A veces la gente no tiene en cuenta que estamos laburando. Algunos estan en una oficina, yo en un colectivo.
- ¿El sueldo alcanza?
- Alcanza. No sobra pero está bien. Me gustaría ganar más, viste. Pero mal no está. Ganamos un poco más de 7000 pesos. Que se yo, algo es.
- ¿Te vez toda la vida manejando?
- Y, si. Uno le toma cariño al oficio. Parece que es siempre igual, pero no. Los pasajeros, los viajes, las compañías, los compañeros. Porque parece que nadie se conoce con nadie, pero sí. Compartir un matecito, como ahora, con algún compañero, un truco, una comida. Lo bueno de esto es, también, el ambiente. El laburo es como te decía antes: mi oficina es arriba del sillón.
- ¿Y de la quita de subsidios qué opinión tenés?
- Jajajaj, ninguna. A mi que me dejen seguir laburando, nada más.
Julio sube. Atrás, siete pasajeros. Arranca hasta Constitución, donde irá a completar su segundo viaje del día. Le quedan otros dos. Pero sonríe. Pone la radio, saluda desde arriba y sale a hacer el mismo recorrido que siempre: su rutina laboral.
N.de R.: Quién les escribe fue a la entrevista sin cámara de foto. Sí, un salame. Perdón por la desprolijidad, por no ilustrar.
¿Y allá cómo es?: Madrid
Madrid es más que la capital de España. Tiene, también, la capacidad de ser una ciudad con un gran casco histórico, con muchas atracciones. Con verde, con movimiento. Para el turista, un destino excepcional. Podés perderte y, donde mirés, vas a encontrar algo interesante. Dónde caminés, pasó algo, alguien. Si no caminás, es porque viajás en subte. Y si vas en subte, vas en uno de los mejores del mundo.
Es que alcanza con llegar al andén: pulcro, prolijo, colorido. Esperar la formación es un lujo: el reloj que indica el tiempo que falta para el siguiente arribo, nunca falla. Nunca. Y si se equivoca, es porque se adelantó. Si, como en Barcelona.
Cuando el reloj llega a cero, una formación cuyo diseño puede estar inspirado en algún cohete espacial, se detiene. Al entrar, un placer: calefacción en invierno, aire acondicionado en verano. Asientos cómodos, andar rápido y silencioso, limpio. Un lujo.
Desde el aeropuerto, en el subsuelo, hay una estación. Y desde ahí, vas donde quieras: 326 paradas (en su mayoría adaptadas para discapacitados), más de 400 kilómetros de recorrido que lo transforman en el segundo más largo de Europa. Para seguir, 12 líneas más tres ligeras, encima la mayoría combinan ente sí. Maravilloso.
El precio es, quizás, una de sus contras. Sí, viejo, alguna tenía que tener. Por dos euros, cubrís toda la red. Para el aeropuerto, es un euro más. Diez viajes, 9 euros con cincuenta.
Madrid también tiene artistas de subte, pintores, vendedores. Los largos caminos para combinar está acompañado por gente que se busca la vida.
La amabilidad caracteriza al madridista. Generosidad, disposición para contestar. El subte, cumple con esas pautas. En ese mapa laberintesco, siempre hay un guía. La Cibeles, el Bernabeú, Plaza del Sol, Museo del Prado, Reina Sofía, Plaza Mayor. Todo en una ciudad, todo en un subte.
¿Y allá cómo es?: Santiago de Chile
Para hacer esta sección, siempre nos vamos lejos: Seúl, Paris, Dubai. Hoy, no. Vamos a ver qué pasa acá la vuelta, en Santiago de Chile.
Durante un tiempo, los medios de comunicación opositores al gobierno Kirchnerista, intentaron crear a Chile como “país modelo”. Como un lugar que, “con condiciones económicas inferiores a la Argentina”, lograron un mejor nivel social.No sé cuánto hay de cierto en eso: el estallido estudiantil que pidió por educación pública y las represiones consiguientes, llevaron a poner en tela de juicio la teoría construida por los medios hegemónicos. Pero hay una verdad: el subte está mucho mejor que aquí.
Es el más moderno de América latina: se inauguró en 1975, en plena dictadura de Pinochet. Hoy, 36 años después, tiene la misma cantidad de líneas que el de Buenos Aires: seis. Además de ser nuevo, es el más largo de Sudamérica con 103 km. Tiene 108 paradas (30 más que el nuestro) y transporta más de 2 millones de pasajeros por día.
Allá, se planifica: están construyendo dos estaciones más. El precio del subte varía según el horario. Entre las 7 y 9 de la mañana, es más caro. Desde ahí, por la tarde y los fines de semana, es más barato. U$S 0.75, el precio. Sí, más caro que acá.
Pero las estaciones están limpias. Tienen, también, grandes obras arquitectónicas: pinturas, esculturas. Son muy amplias. Encima, es seguro. Y sigue creciendo…
Mismo continente, sólo una cordillera nos separa. Distintos subtes. Más inversión, más cuidado, más interés por la forma en que los ciudadanos van a sus trabajos.
El subte no avanza
El subte avanza. Camino y leo. Avanzo y veo. Las calles, empapeladas. En el andén, las televisiones repiten los spots publicitarios. El subte avanza.
Al escribir 1984, hace más de 70 años, George Orwell logró adelantarse a lo que sucedería años más tarde: los medios de comunicación manejarían discursos, instaurarían verdades, maquillarían mentiras, mostrarían una realidad, su realidad. Pueden generar amor y odio. Y convencer.
Mauricio Macri, con Jaime Durán Barbas como mano derecha, sabe cómo utilizarlos. Empapela la ciudad con tres palabras: “El subte avanza”. En cada estación de subte, esquina, calle, la misma frase. Entonces, la gente empieza a creer: alaba el servicio, toman el discurso.
Imposible no pararse en el andén y, mientras esperás la formación, ver el spot con gente que trabaja, con túneles que se hacen. Es fácil transmitir desde un diario, una televisión o una radio que se están realizando grandes inversiones en el servicio. Los ciudadanos no tienen posibilidad de confirmar eso. Entonces, ese mensaje se convierte en una verdad.
El subte no avanza. Lejos estamos de los 44 kilómetros que prometió Macri en 2007, cuando hacía campaña antes de asumir por primera vez. Me hablarán de la línea H, está bien. Les contestaré que no, que son sólo seis estaciones inauguradas improvisadamente para contentar a las masas. Que las estaciones “Echeverría” y “Juan Manuel de Rosas” de la línea “B”, con las que hace publicidad desde principio de año, todavía son obras en construcción. Que la línea “A” no llegó hasta Nazca y Rivadavia: se anunciaba para octubre de este año. Mientras tanto, los mapas ilustran con un recorrido negro que ambas líneas llegan hasta ahí. Y no: en “Carabobo” y “Los Incas”, tenés que bajar.
Pero lo manejan. Con publicidades nos hacen creer que el subte avanza. Los carteles juegan de telón: detrás de ellos se esconden cientos de deficiencias que nunca sabremos, que no vamos a conocer. Que solo nos llegan cuando el subte se atrasa, cuando viajamos apretados, cuando el servicio es malo.
¿Y los 44 kilómetros? Otro telón, otra forma de llamar a la gente para que lo vote. Otra mentira.
Links de interés
Tres links de interés. Dos soluciones, un ranking. Dos para ubicarte, uno para informarte.
- Un aporte para nuestra sección, "¿Y allá cómo es?. Una página para conocer los mapas de cada subte del mundo, para interiorizarte, para saber de qué se trata. Fácil, sencilla, interesante. Y útil: si viajás, tiene que ser un sitio de cabecera para vos.
- A veces nos la agarramos con Mauricio Macri. Es cierto. Quizás, demasiado. Pero cuando hace algo bien, vamos a destacarselo. Es que el Mapa interactivo de la Ciudad de Buenos Aires, es muy bueno. Es fácil, ágil. Te indica qué tomarte, en qué moverte, dónde bajarte. Un sitio que mató a la "Guia T"
- Me encantan los rankings. Soy un apasionado. No sé quién los hace y tampoco si comparto las condiciones para armarlo. Pero los veo, los leo, me gustan. Y este, es de los diez mejores subtes del mundo. Interesante. ¿Buenos Aires? No, muchachos, no sueñen.
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- A veces nos la agarramos con Mauricio Macri. Es cierto. Quizás, demasiado. Pero cuando hace algo bien, vamos a destacarselo. Es que el Mapa interactivo de la Ciudad de Buenos Aires, es muy bueno. Es fácil, ágil. Te indica qué tomarte, en qué moverte, dónde bajarte. Un sitio que mató a la "Guia T"
- Me encantan los rankings. Soy un apasionado. No sé quién los hace y tampoco si comparto las condiciones para armarlo. Pero los veo, los leo, me gustan. Y este, es de los diez mejores subtes del mundo. Interesante. ¿Buenos Aires? No, muchachos, no sueñen.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Walter Moore: "Hay gente que deja pasar formaciones para quedarse escuchando"
Lunes, cuatro de la tarde. La estación Carlos Pellegrini, llena. Al fondo, música: “Los Beatles”, “Pink Floyd”. Pido permiso, me escurro, llego hasta él. Morocho, de 43 años, Walter Moore entona “Dear Prudence”. Cuando termina, la gente lo aplaude, le dejan plata en su estuche. Y se predispone para hacer la nota.
- ¿Por qué Carlos Pellegrini?
- Porque Metrovías te da a elegir una estación. Ellos te dan una autorización escrita para tocar ahí. Yo elegí esa, debido a la gran cantidad de gente que circula, es una de las mejores.
- ¿Y se paran mucho a escucharte?
- A la mayoría no le queda otra porque esperan el subte. Pero hay muchos otros que dejan pasar muchas formaciones para seguir escuchando canciones que, bien o mal, están hechas con amor. La relación con ellos es óptima: rara vez escucho alguna queja, yo toco con mucho respeto hacia los demás.
- ¿Te coinciderás un artista de subte?
- No. Yo soy un artista que, por determinadas razones, en este momento, trabajo en este lugar. Acá se me permite tocar y circula gran cantidad de gente. Además, a veces, te contratan para casamientos, fiestas y otras cosas.
- ¿Alcanza para vivir con lo que conseguís en el subte?
- El dinero que es relativo a la calidad, al sonido y a la energía puesta en el trabajo que se realiza. A mí, gracias a Dios, me alcanza para vivir dignamente. Sin lujos, pero dignamente.
- ¿Cómo es la relación con el resto de los artistas?
-La relación es buena: hay mucho respeto y todo está bien siempre y cuando sepas ubicarte, cuál es tu lugar y no perjudiques el trabajo del prójimo. Yo nunca tuve problemas con nadie: la calle te enseña a manejarte en situaciones complicadas.
- ¿Cuántas horas tocás por día?
- Nunca más de tres.
- ¿Y el repetorio como lo manejás?
- ¡Jaja! Tengo aproximadamente 80 temas. Es amplio. De todos modos hay canciones que tienen más llegada que otras, entonces las repito varias veces. Pero como siempre es un público nuevo, cada vez que repito algún tema, es como si lo tocara por primera vez.
-Hablamos del subte, ¿pero intentaste en otros medios de transporte?
-Sí. Lo hice en trenes, colectivos. Pero como ando con el amplificador, el pie del micrófono, la batería y la guitarra, se vuelve un poco complicado. Por eso elegí la estación: toco sentado, tranquilo. No me muevo ni tengo que trasladar todo de un lado a otro.
Cuando termina, vuelve a agarrar la guitarra: “Mother”. Una versión hermosa, prolija. Desde lejos, miradas: caras con sorpresa, sonrisas. Él sigue ahí, tocando. Entre tanto apuro, tanta vorágine, Walter alegra más de una tarde.
Acá, dos interpretacioens de Walter:
Mother - Pink Floyd
Dear Prudence - The Beatles
jueves, 10 de noviembre de 2011
¿Y allá cómo es?: Dubai
No podemos esperar menos de una de las ciudades más occidentalizadas de medio oriente. El desierto descansa cerca, el calor agobia en verano: la temperatura promedia los 45 grados. Pero en el subte, gracias al aire acondicionado, no se siente. En Dubai, Emiratos Árabes, el dinero abunda. El petróleo es el generador. Hoteles lujosos y autos carísimos conviven en una ciudad que, de a poco, se convierte en un interesante destino turístico.
El metro es nuevo: se inauguró en septiembre de 2009, a las 9 de la noche, con 9 minutos y 9 segundos. Es, además, la primera línea de subterráneos de la península arábica. Es chico: tiene dos líneas concluidas (la segunda, la verde, inaugurada el 9 de noviembre del 2011) y tres planeadas. Y es corto: por ahora recorre solo 22 kilómetros. Sin embargo, lo que se destaca de este servicio es, como en toda la ciudad, el lujo. 1.200.000 pasajeros al día y 355 millones al año disfrutan de las comodidades.
Las comodidades, varias: de por sí, no necesita choferes para operar, anda sólo. Las estaciones, hermosas, limpias, cuidadas. Modernas: sus diseños están inspirados en los cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego. Los vagones, cohetes. Además de agarrar velocidades altísimas, tienen una estética muy llamativa, muy atractiva. El azul predomina. Los asientos son sillones, sillas de escritorio. Tiene, también, comandantes de abordo, gente a disposición del viajante. Hay 87 trenes. Cada uno se divide en tres clases: primera clase (oro), una reservada para mujeres y niños y, por último, clase plata.
La obsesión de los millonarios que viven en Dubai de transformarla en la nueva metrópoli mundial está claro. Lentamente la están construyendo. Para que el fútbol crezca, llevaron a Diego Maradona. Para que los turistas vengan, además de tener el único hotel siete estrellas del mundo, armaron un subte futurista. Será cuestión de acercarse. Quizás, en unos años, estemos hablando de una nueva ciudad modelo.
El metro es nuevo: se inauguró en septiembre de 2009, a las 9 de la noche, con 9 minutos y 9 segundos. Es, además, la primera línea de subterráneos de la península arábica. Es chico: tiene dos líneas concluidas (la segunda, la verde, inaugurada el 9 de noviembre del 2011) y tres planeadas. Y es corto: por ahora recorre solo 22 kilómetros. Sin embargo, lo que se destaca de este servicio es, como en toda la ciudad, el lujo. 1.200.000 pasajeros al día y 355 millones al año disfrutan de las comodidades.
Las comodidades, varias: de por sí, no necesita choferes para operar, anda sólo. Las estaciones, hermosas, limpias, cuidadas. Modernas: sus diseños están inspirados en los cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego. Los vagones, cohetes. Además de agarrar velocidades altísimas, tienen una estética muy llamativa, muy atractiva. El azul predomina. Los asientos son sillones, sillas de escritorio. Tiene, también, comandantes de abordo, gente a disposición del viajante. Hay 87 trenes. Cada uno se divide en tres clases: primera clase (oro), una reservada para mujeres y niños y, por último, clase plata.
La obsesión de los millonarios que viven en Dubai de transformarla en la nueva metrópoli mundial está claro. Lentamente la están construyendo. Para que el fútbol crezca, llevaron a Diego Maradona. Para que los turistas vengan, además de tener el único hotel siete estrellas del mundo, armaron un subte futurista. Será cuestión de acercarse. Quizás, en unos años, estemos hablando de una nueva ciudad modelo.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
La necesidad de inversión en subte
Buenos Aires es una ciudad grande y transitada. Es una de las metrópolis más importantes del continente. Siete millones de personas trabajan en ella. De ellas, cuatro viven. Además, durante 2010, diez millones de turistas visitaron la capital argentina.
Sin embargo el subte no está a la altura de tamaña ciudad. En ningún sentido. De entrada, la poca cantidad de líneas: seis. Y pocas estaciones: 78. Números bajos para el millón de usuarios que tiene por día Encima, la concentración. La mitad de las líneas terminan en Plaza de Mayo. Recién con la inauguración de la H se llegó a nuevos sectores de la ciudad. Las otras pasan por barrios de clases media y alta: Palermo, Villa Crespo, Belgrano.
Buenos Aires necesita una inversión en subtes. Necesita generar nuevas líneas, nuevos recorridos. Agregar más estaciones, más formaciones, más servicio. Según la ley 670 de la CABA, hacia el 2015, año en que finaliza el gobierno de Mauricio Macri, la ciudad debería tener nueve líneas, es decir, tres más que ahora. La “F” que iría de Plaza Italia a Constitución, la “G”, Cid Campeador- Retiro y la “I” recorrería de Directorio a Plaza Italia. Además, la línea “B” llegará hasta José Manuel de Rosas, en Villa Urquiza, la “A” hasta Nazca y Rivadavia y las “E” y “H” culminarán en Retiro.
La obligación, también, de contar con un servicio que concluya más tarde. Actualmente, a las 11 de la noche no pasan más subtes. Si no lo agarraste, fuiste. A esa hora, los colectivos bajan sus frecuencias. Entonces, las complicaciones son dobles. A mi entender es preciso que finalicen entrada la madrugada. Darle la posibildad a la gente de regresar de sus actividades en el medio de transporte más rápido. Los viernes y sábados, más: el horario del subte de Buenos Aires no es acorde al movimiento nocturno de la ciudad.
Pienso en Paris, Nueva York, Londres, Madrid. Pienso en capitales y veo al subte como la primera opción de transporte. Es que a Buenos Aires le falta eso, un buen servicio debajo de la tierra. Es que nada es más rápido, más efectivo: no hay tránsito. Hasta, si querés, le cambiás el humor a la gente. Los tenés más tranquilos, menos estresados.
La situación económica del país ayuda. Para pensar en los trabajadores, hay que analizar sus vías para ir a trabajar. Y para eso, para facilitarles la tarea, es necesario subtes. Además, sobre la tierra, el tránsito bajaría: los colectivos irían más vacios, las calles más circulables. El auto será más innecesario: se contaminará menos, también.
Es el momento de crecer, de arriesgar. De apostar. Es el momento de tener subtes a la altura de la ciudad.
Sin embargo el subte no está a la altura de tamaña ciudad. En ningún sentido. De entrada, la poca cantidad de líneas: seis. Y pocas estaciones: 78. Números bajos para el millón de usuarios que tiene por día Encima, la concentración. La mitad de las líneas terminan en Plaza de Mayo. Recién con la inauguración de la H se llegó a nuevos sectores de la ciudad. Las otras pasan por barrios de clases media y alta: Palermo, Villa Crespo, Belgrano.
Buenos Aires necesita una inversión en subtes. Necesita generar nuevas líneas, nuevos recorridos. Agregar más estaciones, más formaciones, más servicio. Según la ley 670 de la CABA, hacia el 2015, año en que finaliza el gobierno de Mauricio Macri, la ciudad debería tener nueve líneas, es decir, tres más que ahora. La “F” que iría de Plaza Italia a Constitución, la “G”, Cid Campeador- Retiro y la “I” recorrería de Directorio a Plaza Italia. Además, la línea “B” llegará hasta José Manuel de Rosas, en Villa Urquiza, la “A” hasta Nazca y Rivadavia y las “E” y “H” culminarán en Retiro.
La obligación, también, de contar con un servicio que concluya más tarde. Actualmente, a las 11 de la noche no pasan más subtes. Si no lo agarraste, fuiste. A esa hora, los colectivos bajan sus frecuencias. Entonces, las complicaciones son dobles. A mi entender es preciso que finalicen entrada la madrugada. Darle la posibildad a la gente de regresar de sus actividades en el medio de transporte más rápido. Los viernes y sábados, más: el horario del subte de Buenos Aires no es acorde al movimiento nocturno de la ciudad.
Pienso en Paris, Nueva York, Londres, Madrid. Pienso en capitales y veo al subte como la primera opción de transporte. Es que a Buenos Aires le falta eso, un buen servicio debajo de la tierra. Es que nada es más rápido, más efectivo: no hay tránsito. Hasta, si querés, le cambiás el humor a la gente. Los tenés más tranquilos, menos estresados.
La situación económica del país ayuda. Para pensar en los trabajadores, hay que analizar sus vías para ir a trabajar. Y para eso, para facilitarles la tarea, es necesario subtes. Además, sobre la tierra, el tránsito bajaría: los colectivos irían más vacios, las calles más circulables. El auto será más innecesario: se contaminará menos, también.
Es el momento de crecer, de arriesgar. De apostar. Es el momento de tener subtes a la altura de la ciudad.
¿Y allá cómo es?: Londres
Algunos la coincidieran una de las nuevas capitales del mundo. Nueva no por edad, sí por crecimiento. Una ciudad con una diversidad cultural inmensa, cines, teatros, museos: los años de colonizaciones inglesas botines artísticos históricos. Y Londres aloja mucho de eso.
Pensada como una ciudad turística, Londres tiene un gran metro. Allá lo llaman “Underground” o “The Tube”, por la forma de sus túneles, y su logo, uno de los más famosos del mundo. Es que lleva tiempo en la capital inglesa: desde 1860, fue el primero en el mundo, funciona debajo de la tierra, y en 1880, con Inglaterra a la vanguardia de la economía mundial, 40 millones de pasajeros utilizaban el metro por año. Hoy funciona desde las cinco de la mañana hasta las doce de la noche. Tiene 12 líneas y 270 estaciones. 400 km de longitud y 4.25 millones de viajantes por día y más de mil millones al año, siendo uno de los pocos servicios que pasan la barrera de los mil millones.
El subte londinense es la mejor opción para moverse en la ciudad. Tiene una frecuencia más que buena: cada tres minutos y veinte segundos pasa una formación. Las doce líneas están identificadas con colores: se distinguen según la dirección en Eastbound, Westbound, Northbound or Southbound. Hay que prestar atención, también, a donde finaliza cada servicio, no todos lo hacen al final de la línea.
El respeto es una característica del inglés. La puntualidad, también. Por eso se les da prioridad a quienes vienen a paso veloz. En las escaleras mecánicas, los que no suben rápido, dejan el carril izquierdo para los apurados. Y no hay que obstruir los pasillos.
El precio varía según el recorrido, la distancia. El promedio es cinco libras. El inglés es respetuoso: a pesar de ser correcto, ayuda al turista, a quién requiere ayuda. Londres es una ciudad fabulosa. Y el subte la ayuda a cargar con ese adjetivo. Para terminar, “Mind the gap”: cuidado entre el andén y el tren.
Pensada como una ciudad turística, Londres tiene un gran metro. Allá lo llaman “Underground” o “The Tube”, por la forma de sus túneles, y su logo, uno de los más famosos del mundo. Es que lleva tiempo en la capital inglesa: desde 1860, fue el primero en el mundo, funciona debajo de la tierra, y en 1880, con Inglaterra a la vanguardia de la economía mundial, 40 millones de pasajeros utilizaban el metro por año. Hoy funciona desde las cinco de la mañana hasta las doce de la noche. Tiene 12 líneas y 270 estaciones. 400 km de longitud y 4.25 millones de viajantes por día y más de mil millones al año, siendo uno de los pocos servicios que pasan la barrera de los mil millones.
El subte londinense es la mejor opción para moverse en la ciudad. Tiene una frecuencia más que buena: cada tres minutos y veinte segundos pasa una formación. Las doce líneas están identificadas con colores: se distinguen según la dirección en Eastbound, Westbound, Northbound or Southbound. Hay que prestar atención, también, a donde finaliza cada servicio, no todos lo hacen al final de la línea.
El respeto es una característica del inglés. La puntualidad, también. Por eso se les da prioridad a quienes vienen a paso veloz. En las escaleras mecánicas, los que no suben rápido, dejan el carril izquierdo para los apurados. Y no hay que obstruir los pasillos.
El precio varía según el recorrido, la distancia. El promedio es cinco libras. El inglés es respetuoso: a pesar de ser correcto, ayuda al turista, a quién requiere ayuda. Londres es una ciudad fabulosa. Y el subte la ayuda a cargar con ese adjetivo. Para terminar, “Mind the gap”: cuidado entre el andén y el tren.
martes, 8 de noviembre de 2011
Avisan, nunca piensan
Mauricio Macri avisó: “Sin subsidios el boleto de subte nos da 3,30 ó 3,40. Ese es el valor del equilibrio que nos da a nosotros”. Hace una semana Cristina Fernandez anunció que quitará algunos subsidios. El transporte público es uno de los afectados: el pasaje más barato de colectivo pasaría a salir $4.
Y avisan. Nosotros, en la parada, miramos como pasan los trenes, los subtes. Como vuelan palos. Porque ellos avisan. Pero no piensan.
La puja política esta clarísima: el gobierno nacional logró perpetuarse cuatro años más en el gobierno y, así, tiene la banca necesaria para aplicar medidas de ajuste, de control. Por otro lado, con la postura de quitarle los subsidios a los medios de transporte, busca, además, dejar en evidencia la poca inversión del gobierno de la ciudad en esta materia. Y en todas.
Es que Macri siempre habló de “gestión”. Y en su modelo de “gestión” sólo algunos encuentran lugar. En este caso, quienes no pueden acceder a los nuevos precios de los boletos se quedarán afuera: deberán buscar otra opción para llegar a su trabajo, para cumplir sus obligaciones.
Es que al final, en las peleas políticas, los perjudicados somos nosotros. ¿Culpables de esta situación? Ambos. Uno con su decisión golpea el bolsillo de las clases que dice defender, las trabajadoras. Es que se hace difícil sostener el discurso de “la falta de dinero” cuando se gasta más de 700 millones de pesos en fútbol. Cristina: antes de gastar en fútbol, tenés que cerrar muchos baches que tenés abiertos. Y con esto, abrís varios más.
Mauri, por su parte, no me sorprende. El tipo es así, está claro. No piensa en los trabajadores. Piensa en los suyos, los empresarios. Y no va a gastar un peso en generar facilidades para quienes sostienen el sistema. Entonces le devuelve la pelota al Estado. Antes, se atajó: “No tenemos tanto dinero para eso”. Andá, Mauri. No te la creo. En tu campaña te la pasaste diciendo de la cantidad de guita que puede generar Buenos Aires. ¿Y? ¿Dónde está la plata? Ah, había que traer panes de pasto para Puerto Madero. Okey, Mau, perdón.
Para concluir, si el precio cambia, ir y volver del trabajo en subte costaría $6.50. En estos días, con esa plata, voy y vuelvo tres días seguidos. ¿Multiplicarán los sueldos por tres? No creo. Total ellos tienen sus autos.
Y avisan. Nosotros, en la parada, miramos como pasan los trenes, los subtes. Como vuelan palos. Porque ellos avisan. Pero no piensan.
La puja política esta clarísima: el gobierno nacional logró perpetuarse cuatro años más en el gobierno y, así, tiene la banca necesaria para aplicar medidas de ajuste, de control. Por otro lado, con la postura de quitarle los subsidios a los medios de transporte, busca, además, dejar en evidencia la poca inversión del gobierno de la ciudad en esta materia. Y en todas.
Es que Macri siempre habló de “gestión”. Y en su modelo de “gestión” sólo algunos encuentran lugar. En este caso, quienes no pueden acceder a los nuevos precios de los boletos se quedarán afuera: deberán buscar otra opción para llegar a su trabajo, para cumplir sus obligaciones.
Es que al final, en las peleas políticas, los perjudicados somos nosotros. ¿Culpables de esta situación? Ambos. Uno con su decisión golpea el bolsillo de las clases que dice defender, las trabajadoras. Es que se hace difícil sostener el discurso de “la falta de dinero” cuando se gasta más de 700 millones de pesos en fútbol. Cristina: antes de gastar en fútbol, tenés que cerrar muchos baches que tenés abiertos. Y con esto, abrís varios más.
Mauri, por su parte, no me sorprende. El tipo es así, está claro. No piensa en los trabajadores. Piensa en los suyos, los empresarios. Y no va a gastar un peso en generar facilidades para quienes sostienen el sistema. Entonces le devuelve la pelota al Estado. Antes, se atajó: “No tenemos tanto dinero para eso”. Andá, Mauri. No te la creo. En tu campaña te la pasaste diciendo de la cantidad de guita que puede generar Buenos Aires. ¿Y? ¿Dónde está la plata? Ah, había que traer panes de pasto para Puerto Madero. Okey, Mau, perdón.
Para concluir, si el precio cambia, ir y volver del trabajo en subte costaría $6.50. En estos días, con esa plata, voy y vuelvo tres días seguidos. ¿Multiplicarán los sueldos por tres? No creo. Total ellos tienen sus autos.
"Pollo" Sobrero, de la carcel a la fama
Ser excarcelado lo catapultó a la fama: su foto con el pelo largo, rubio, digno de un metalero, apareció en todos los diarios, en todos los noticieros. Es que hace una semana, Rubén “Pollo” Sobrero fue liberado: lo habían acusado de “asociación ilícita” tras de la quema de trenes en el Ferrocarril Sarmiento, el 2 de mayo de este año. El juez Juan Manuel Yalj, lo excarceló.
Pero, ¿quién es el “Pollo” Sobrero?
Nació hace 50 años en Haedo, provincia de Buenos Aires. Tiempo después comenzó a forjar su carácter sindicalista. La fábrica de Siam- Di Tella, en San Justo, fue el lugar. Ahí ingresó en 1978, plena dictadura. Cuatro año más tarde, lo dejó. Después, pasó a Entel. Allí fue delegado telefónico de la Oficina de Clínicas de Telecom. Desde esa época en adelante, Sobrero militó en agrupaciones trotkistas.
En 1995 dio el salto: ingresó en TBA y, desde entonces, encabeza la lista “La Bordó”. ¿Qué es “La Bordó”?, la agrupación que se opone a Unión Ferroviaria, el grupo sindicalista liderado por José Pedraza que responde al gobierno. La bandera que levanta, clara: “sindicato para los trabajadores y un ferrocarril para el pueblo”.
Y desde ahí, problemas, acusaciones: a Sobrero le abrieron 17 procesos judiciales por “defender a sus compañeros”. En dos no hubo pruebas. Es que, desde que “La Bordó” es elegida continuamente, desde 2001, los sueldos pasaron a ser de los más bajos a los más altos para los trabajadores.
La actividad sindical trae enemigos. Y de los pesados: los cruces con Aníbal Fernández comenzaron hace tiempo, en 2004. Geroge Bush llegaba a Mar del Plata para asistir a la “Cumbre de las Américas”, para firmar el ALCA. En constitución, pasajeros destruían trenes: reclamaban por el mal servicio. El actual Jefe de Gabinete acusó al sindicalista de generar la manifestación, el agite. Sobrero, lejos del lugar de los hechos: estaba en Mar del Plata manifestando, sí; pero contra Bush. Nunca se probó su responsabilidad por los hechos. Aníbal no descansó hasta agarrarlo: otra furia de pasajeros, otra quema de trenes. Esta vez en su lugar, Haedo. Fernández lo volvió a acusar. Pero no, no hubo pruebas. Ésta fue su última carta. Fracasó. “Hace tres años que me quiere meter preso”, declaró Sobrero a La Nación el 5 de octubre.
Quiso bajar sus políticas al pueblo: se postuló en varias ocasiones como diputado y en 2007 como vicepresidente por la Izquierda Socialista. Su partido lo banca: se movilizó para pedir su excarcelación. Y lo consiguió. Cuando lo liberaron, Sobrero salió acorde a su look, como un rockstar. Saludó, festejó y, como buen frontman de cualquier banda rockera, no se midió para declarar: "Estamos planteando que hay un problema muy grave con el jefe de Gabinete. Hace tres años que nos viene persiguiendo. No se banca que denunciemos a los sindicalistas y funcionarios corruptos. Banca eso y nos ataca”.
Pasa el tiempo y sigue deambulando, desfilando. Es que Sobrero se transformó en un héroe de los partidos de izquierda.
Pollo Sobrero on PhotoPeach
Pero, ¿quién es el “Pollo” Sobrero?
Nació hace 50 años en Haedo, provincia de Buenos Aires. Tiempo después comenzó a forjar su carácter sindicalista. La fábrica de Siam- Di Tella, en San Justo, fue el lugar. Ahí ingresó en 1978, plena dictadura. Cuatro año más tarde, lo dejó. Después, pasó a Entel. Allí fue delegado telefónico de la Oficina de Clínicas de Telecom. Desde esa época en adelante, Sobrero militó en agrupaciones trotkistas.
En 1995 dio el salto: ingresó en TBA y, desde entonces, encabeza la lista “La Bordó”. ¿Qué es “La Bordó”?, la agrupación que se opone a Unión Ferroviaria, el grupo sindicalista liderado por José Pedraza que responde al gobierno. La bandera que levanta, clara: “sindicato para los trabajadores y un ferrocarril para el pueblo”.
Y desde ahí, problemas, acusaciones: a Sobrero le abrieron 17 procesos judiciales por “defender a sus compañeros”. En dos no hubo pruebas. Es que, desde que “La Bordó” es elegida continuamente, desde 2001, los sueldos pasaron a ser de los más bajos a los más altos para los trabajadores.
La actividad sindical trae enemigos. Y de los pesados: los cruces con Aníbal Fernández comenzaron hace tiempo, en 2004. Geroge Bush llegaba a Mar del Plata para asistir a la “Cumbre de las Américas”, para firmar el ALCA. En constitución, pasajeros destruían trenes: reclamaban por el mal servicio. El actual Jefe de Gabinete acusó al sindicalista de generar la manifestación, el agite. Sobrero, lejos del lugar de los hechos: estaba en Mar del Plata manifestando, sí; pero contra Bush. Nunca se probó su responsabilidad por los hechos. Aníbal no descansó hasta agarrarlo: otra furia de pasajeros, otra quema de trenes. Esta vez en su lugar, Haedo. Fernández lo volvió a acusar. Pero no, no hubo pruebas. Ésta fue su última carta. Fracasó. “Hace tres años que me quiere meter preso”, declaró Sobrero a La Nación el 5 de octubre.
Quiso bajar sus políticas al pueblo: se postuló en varias ocasiones como diputado y en 2007 como vicepresidente por la Izquierda Socialista. Su partido lo banca: se movilizó para pedir su excarcelación. Y lo consiguió. Cuando lo liberaron, Sobrero salió acorde a su look, como un rockstar. Saludó, festejó y, como buen frontman de cualquier banda rockera, no se midió para declarar: "Estamos planteando que hay un problema muy grave con el jefe de Gabinete. Hace tres años que nos viene persiguiendo. No se banca que denunciemos a los sindicalistas y funcionarios corruptos. Banca eso y nos ataca”.
Pasa el tiempo y sigue deambulando, desfilando. Es que Sobrero se transformó en un héroe de los partidos de izquierda.
Pollo Sobrero on PhotoPeach
viernes, 4 de noviembre de 2011
Facebook, el lugar donde caen los reclamos contra el subte
Facebook es una red social alucinante. Llegó para revolucionar, para cambiarle la vida a más de uno. Llegó, también, para hacer el trabajo que hacía Dios: criarlos y juntarlos. Para unirlos y conectarlos. Para unir los gritos en un solo grito, los reclamos en un reclamo madre.
Y allí están los grupos. Algunos perdidos, otros encontrados. Cada uno con su postura, su bandera. “Basta de los paros en el subte”, titula uno. Administrado por Damián Domé y Julián Domé, el mismo cuenta con 44 miembros. La ideología es clara: “Ganan más de $4000 por 6 horas de trabajo haciendo NADA. Interrumpen ilegalmente un servicio público por sus intereses personales. Perjudican a más de un millón de usuarios. Son patoteros, mafiosos y vagos. Basta de dejarnos maltratar. El subte es de TODOS”.
Adentro del grupo comunican a la gente, informan lo que sucederá. Y tienen un modo muy particular para hacerlo: “CONFIRMADO: El próximo martes 10 de Noviembre, los empleados del subte vuelven a impedir ilegalmente que usemos el servicio”. Sus miembros aportan a la causa: “Acabo de conocer este grupo y a su creador lo felicito. (…)Gracias por este espacio, para poder criticar a todas las lacras Solo te corrijo una cosa, me tiraron el dato de que Segovia no gana 4 mil, si no 8 mil”, agrega Jose Sherman.
Con 16.000 miembros y encabezados por Hernán Sananes, este grupo lucha “Por un subte las 24 horas”. Reclaman algo básico y lógico: “Que la ultima formación de cada cabecera correspondiente a cada línea salga de esa cabecera entre las 00:30 y la 01:30.
También pedimos que los días Sábados y vísperas de feriados el Subterráneo funcione de corrido durante toda la noche”.
Utilizan como ejemplo los servicios del primer mundo, donde, en algunos lugares, las formaciones duran toda la noche. Quieren juntar firmas, empezar de abajo. Y se atajan: “No somos un partido político, no respondemos a ningún político. No somos de un sindicato. No queremos perjudicar a los trabajadores del subte ni a los conductores de colectivos. Solo queremos la ampliación horaria de este servicio”.
Los indignados y los levantamientos de Egipto e Inglaterra demostraron el papel que las redes sociales juegan en las manifestaciones del siglo XXI. Si bien los trabajadores del subte contínuan haciendo sus manifestaciones y el servicio aún finaliza a las 22.30, quizás, sea el principio de algo. O, tal vez, las voces de Facebook canalicen hacia algún lugar más próspero.
Y allí están los grupos. Algunos perdidos, otros encontrados. Cada uno con su postura, su bandera. “Basta de los paros en el subte”, titula uno. Administrado por Damián Domé y Julián Domé, el mismo cuenta con 44 miembros. La ideología es clara: “Ganan más de $4000 por 6 horas de trabajo haciendo NADA. Interrumpen ilegalmente un servicio público por sus intereses personales. Perjudican a más de un millón de usuarios. Son patoteros, mafiosos y vagos. Basta de dejarnos maltratar. El subte es de TODOS”.
Adentro del grupo comunican a la gente, informan lo que sucederá. Y tienen un modo muy particular para hacerlo: “CONFIRMADO: El próximo martes 10 de Noviembre, los empleados del subte vuelven a impedir ilegalmente que usemos el servicio”. Sus miembros aportan a la causa: “Acabo de conocer este grupo y a su creador lo felicito. (…)Gracias por este espacio, para poder criticar a todas las lacras Solo te corrijo una cosa, me tiraron el dato de que Segovia no gana 4 mil, si no 8 mil”, agrega Jose Sherman.
Con 16.000 miembros y encabezados por Hernán Sananes, este grupo lucha “Por un subte las 24 horas”. Reclaman algo básico y lógico: “Que la ultima formación de cada cabecera correspondiente a cada línea salga de esa cabecera entre las 00:30 y la 01:30.
También pedimos que los días Sábados y vísperas de feriados el Subterráneo funcione de corrido durante toda la noche”.
Utilizan como ejemplo los servicios del primer mundo, donde, en algunos lugares, las formaciones duran toda la noche. Quieren juntar firmas, empezar de abajo. Y se atajan: “No somos un partido político, no respondemos a ningún político. No somos de un sindicato. No queremos perjudicar a los trabajadores del subte ni a los conductores de colectivos. Solo queremos la ampliación horaria de este servicio”.
Los indignados y los levantamientos de Egipto e Inglaterra demostraron el papel que las redes sociales juegan en las manifestaciones del siglo XXI. Si bien los trabajadores del subte contínuan haciendo sus manifestaciones y el servicio aún finaliza a las 22.30, quizás, sea el principio de algo. O, tal vez, las voces de Facebook canalicen hacia algún lugar más próspero.
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