jueves, 24 de noviembre de 2011

Los medios de transporte, ¿una nueva forma de Estado policíaco?


1984 da para mucho. Da para leerlo mil veces. Uno intenta imaginar qué veía Orwell hace tanto tiempo, cómo logró adelantarse tanto. Es imposible. Habló de un Estado policíaco. Vió lo que sería la KGB, la CIA. Si bien buscó instalar una crítica al gobierno soviético, se le filtró una reprobación, también, a los presidentes norteamericanos.

Pasó el tiempo, la URSS cayó y Estados Unidos, el país donde “se respetan las libertades de los ciudadanos”, se instaló, con el capitalismo salvaje, como potencia ideológica mundial. El comunismo, reducido casi al mínimo. Y los Estados Policíacos mutaron en sus formas: la CIA no cumple el rol que tenía antes. Internet reemplazó las formas. Y los reemplazó, también, aunque suene raro, los medios de transporte, vías públicas manejadas por un Estado que, ante una falla, puede modificarnos el día.

Desde ya, tomarte cualquiera de los medios de transporte, es una odisea. Se viaja mal, incómodo, y casi nunca cumple con los horarios. Un problema en el servicio puede ser letal. Porque, quizás, estás apurado. Salís con el tiempo justo. Y el Estado, amo y señor de todo el aparato de traslado civil, no realiza un control de tiempo, de llegadas. Si sucede algún inconveniente, los usuarios somos quienes pagamos.

El Estado no utiliza sus herramientas para mejorar la calidad. Es como si lo disfrutaran, como si le conviniese que viajemos mal. La empresa, una organización capitalista con fines de lucro, no tiene interés por nosotros. No le importan nuestros contratiempos, nuestras necesidades. Solo quieren que la cuenta bancaria crezca.

Quizás suene raro, pero es para pensar. Si los medios de transporte funcionasen correctamente, más de uno cobraría el presentismo. Si anduviesen a tiempo, los hombres tendrían una excusa menos para explicarle a sus parejas porqué llegaron tarde. Un andar correcto ayudaría a una sociedad mejor.

Al final dependemos de ellos. Quienes no tienen acceso a tener su auto, están atados de pies y manos a la predisposición del Estado.

No habrá servicio secreto. Pero hay otros modos de manejar nuestras vidas.

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