jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Y allá cómo es?: El Cairo


Con “¿Y allá cómo es?”, fuimos a las grandes ciudades. Anduvimos por los subtes de París, Barcelona, Madrid. Estuvimos lejos y cerca, en Seúl y en Santiago de Chile. América, Europa y Asia tuvieron su lugar. África, no. ¿Qué? ¿En África hay subte? Sí, macho. En El Cairo, Egipto, hay un subte. Chiquito, humilde, pero transitado.

El Cairo es la capital de Egipto. La comunidad Egipcia, que se extinguió hace miles de años, fue, alguna vez, una de las culturas más avanzadas del mundo. Construyeron pirámides, hicieron estudios astronómicos. Avanzado el tiempo, El Cairo comenzó a transformarse en una de las ciudades más habitadas del mundo. Y hoy, tiempo después, es, posiblemente, la ciudad más importante del continente africano. Como tal, es la única que tiene subte.

Inaugurada en 1987, actualmente cuenta con 53 estaciones, algunas que van por arriba. Es humilde, sí: dos líneas que funcionan, dos en construcción y otro par en proyección. En esas dos líneas viajan dos millones de pasajeros por día. Las paradas no se destacan por su belleza, ni por su limpieza. Menos por sus comodidades. Están correctas, pero no sobresalen.

El servicio cuenta con una particularidad: al viajar una gran cantidad de gente, las autoridades egipcias entienden que en los vagones puede haber abuso sexual. Por eso,
“para cuidar a las mujeres”, todas las formaciones cuentan con dos vagones exclusivos para ellas: el cuarto y el quinto. De todas formas, si lo desean, pueden viajar en cualquier otro vagón.

Difícil movilizar a los dieciocho millones de tipos que viven allí. Difícil, también, que no se generen embotellamientos, caos de tránsito: El Cairo se caracteriza por ser una de las ciudades más ruidosas del mundo. El subte bajó el tránsito. No lo solucionó. De todas formas, el lío se traslada abajo: al valer 0.10 euros el boleto, todos utilizan este servicio.

El Cairo es vanguardia en el mundo africano. Eso no se discute. Su subte, a pesar de sus deficiencias, es un ejemplo para su continente. Se entienden los problemas que hay allí, está claro. Pero un servicio como este mejora aunque sea un poco la calidad de vida de los trabajadores.

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